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01/01/09

¿por qué comemos uvas en año nuevo?



La costumbre de comer uvas al sonar las 12 campanadas que anuncian el fin del año viejo y la entrada del nuevo, y así poder alcanzar prosperidad y suerte para los siguientes 365 días venideros, cumplirá 100 años de vida, tras remontarse su origen en los viñedos alicantinos.
Si bien el fruto es muy rico y de temporada, la historia de comer 12 piezas no se remonta a los actos religiosos, sino económicos, cuando en 1909 los vitivinicultores españoles tuvieron un excedente de uvas que necesitaban colocar en el mercado.
Tras ese excedente, los empresarios rodearon de misticismo esta idea e impulsaron mitos para sostener su economía, y aún en el tercer milenio, muchos individuos siguen esta tendencia de superstición, misticismo y enajenamiento, según explican los historiadores.
No obstante, la tradición de comer uvas para la buena suerte, a México no fue traída por los conquistadores españoles. Su origen se encuentra en Asia, donde fue cultivada desde el año 3500 antes de Cristo, en la región del Mar Caspio.
Se trata de uno de los alimentos míticos de los países mediterráneos que primeramente llegó a Fenicia, alcanzó Grecia, llegó a Italia y luego al sur de Francia.
No se tiene la certificación de por qué 12 uvas; algunos las relacionan con las 12 campanadas, otros con los doce meses del año, pero lo que es innegable es que este fruto se ha utilizado como un elemento de la cábala en la que el hombre ha caído y depositado su energía y, muy rigurosamente, hasta su fe.
Hoy, señalan los expertos, el consumo masivo del fruto ha sido incrementado debido a esas creencias, los costos se acrecientan de forma impredecible y la gente hace todo un esfuerzo porque en la noche del 31 de diciembre existan las "uvas de la buena suerte".
Alrededor de toda esta creencia no existe un verdadero sentido religioso en donde se agradezca a Dios que se ha terminado un ciclo más de la vida que le ha dado al hombre.
Un año nuevo no solo es la reiniciación del período de tiempo que tarda la Tierra en orbitar una vuelta alrededor del Sol, sino también una fecha que El origen no se remonta a un motivo religioso, sino económico
La costumbre de comer uvas al sonar las 12 campanadas que anuncian el fin del año viejo y la entrada del nuevo, y así poder alcanzar prosperidad y suerte para los siguientes 365 días venideros, cumplirá 100 años de vida, tras remontarse su origen en los viñedos alicantinos.
Si bien el fruto es muy rico y de temporada, la historia de comer 12 piezas no se remonta a los actos religiosos, sino económicos, cuando en 1909 los vitivinicultores españoles tuvieron un excedente de uvas que necesitaban colocar en el mercado.
Tras ese excedente, los empresarios rodearon de misticismo esta idea e impulsaron mitos para sostener su economía, y aún en el tercer milenio, muchos individuos siguen esta tendencia de superstición, misticismo y enajenamiento, según explican los historiadores.
No obstante, la tradición de comer uvas para la buena suerte, a México no fue traída por los conquistadores españoles. Su origen se encuentra en Asia, donde fue cultivada desde el año 3500 antes de Cristo, en la región del Mar Caspio.
Se trata de uno de los alimentos míticos de los países mediterráneos que primeramente llegó a Fenicia, alcanzó Grecia, llegó a Italia y luego al sur de Francia.
No se tiene la certificación de por qué 12 uvas; algunos las relacionan con las 12 campanadas, otros con los doce meses del año, pero lo que es innegable es que este fruto se ha utilizado como un elemento de la cábala en la que el hombre ha caído y depositado su energía y, muy rigurosamente, hasta su fe.
Hoy, señalan los expertos, el consumo masivo del fruto ha sido incrementado debido a esas creencias, los costos se acrecientan de forma impredecible y la gente hace todo un esfuerzo porque en la noche del 31 de diciembre existan las "uvas de la buena suerte".
Alrededor de toda esta creencia no existe un verdadero sentido religioso en donde se agradezca a Dios que se ha terminado un ciclo más de la vida que le ha dado al hombre.
Un año nuevo no solo es la reiniciación del período de tiempo que tarda la Tierra en orbitar una vuelta alrededor del Sol, sino también una fecha que, desde hace siglos, se consideraba mágica para recomponer el destino mediante una serie de cábalas que han ido aumentando en el imaginario popular.
Se calcula que hace más de cuatro mil años, los babilonios fueron los primeros en convertir el año nuevo en un ciclo festivo que duraba 11 días. Se celebraba al comienzo de la Primavera con la idea de revivir los sueños, como la vegetación en todo su esplendor.
Por su parte, los egipcios celebraban el fin del año con el comienzo de la crecida del río Nilo y las tareas encaminadas a la preparación de las tierras para la siembra, por lo que esta fecha estaba rodeada de conjuros y augurios, teniendo en cuenta la importancia de la corriente fluvial y sus fluctuaciones.





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